martes, 21 de febrero de 2012

Derecho a repulsa


Primera sartén del 2012. Nos fuimos a cenar a un bar-restaurante del gótico de Barcelona donde Insonrible tenía reservada (por segunda noche consecutiva...) las tres mesitas de la parte más cueva del sacro monte (¡esos ancestros granaínos!) del local. Salvo B. Powerful (que al final no supimos la causa exacta de su falta y especulamos con una posible desaparición en algún polígono de Badalona o alrededores, pero, eso sí, con mucho más glamour que una juani chandalera), allí estábamos: Samedimanche, Closeau, Kira, Julián, Insonrible, Raúl, Toronto y LittleEmily, la sartencita que había escogido para la velada:


Fitzgerald, Penelope. La librería. Traducción de Ana Bustelo. Madrid: Impedimenta, 2010. 192 p. ISBN 9788493760144. 18,40 €.

La verdad, para variar, nos costó centrarnos en el libro. Empezamos antes hablando de mil temas satélite y por devorar cuatro fuentes de tapas-mix, unos surtidos ricos, ricos... ¡sobre todo en colesterol! Vinos, cervezas y coca-colas. Nada era british como requería la lectura, pero dio igual, la cuestión era entrar en calor antes de incar el diente al libro... Y es que La librería no gustó a todos. Entre la minoría defensora estaba Samedimanche y, lógicamente, otra anglo de pro: LittleEmily, quien la recomendó porqué le gustó mucho, pero ante las críticas negativas, se arrepintió un poco de no haber propuesto un Steinbeck como tenía previsto en un principio (Kira ya no volvió a torcer el morro). En el apartado de ataques mordaces frontales, destacaremos el de Insonrible, que tachó la novela de una Enid Blyton para adultos (y recordamos ese biopic de la mostachos Bonham Carter haciendo de Enid, una auténtica hija de perra rabiosa, mala, malísima). A Closeau la dejó bastante indiferente, muy de tieta británica la encontró, sin emoción. Aunque Toronto reconoció que después de la decepción inicial, con el tiempo le ha ido ganando puntos ese tono general anti-combativo: la dejadez de la protagonista por pelear ante el pueblo hostil, anti-heroína total, o ese poner una librería como bien podría haber abierto una mercería, ni siquiera lee algo de lo que vende! Si la intención era esa, un punto de vista diferente al de la arquetípica luchadora contra los elementos, pues está muy bien logrado. Tampoco discutieron los detractores que esté muy bien escrita, que la Fitzgerald describe con brillantez y detalle o que desprender melancolía y tristeza con maestría, tal y como lo hace, sea moco de pavo. Pero hubo poca empatía con los personajes: apenas la niña dependienta, más con el misántropo y algo el vivales de la BBC... Ni el rapper despertó demasiadas sonrisas. Julián y Raúl no antipatizaron nada con el libro y los personajes... porque no se la habían leído, y, de hecho, no importaba: tampoco la protagonista se leyó Lolita de Nabokov y bien que la vendía como el boom escándalo del año... mientras su máxima preocupación era que luciera en un buen escaparate (una imagen potente, apuntó Kira) y ordenar obsesivamentelos los puntos de libro...

Y, cómo no, reanudamos nuestro...

¡CONCURSO DE PORTADAS!

Ganó la portada de la edición de Flamingo (la del centro en la imagen),
en inglés original y de segunda mano que Closeau (detrás de la botella en la imagen) compró por internet.
La foto, cortesía de Kira.

Entonces llegaron unos suculentos postres a base de crema con frutas y pastel de chocolate... Y antes de las copas (inivitación de la casa... qué gratitud, con los gritos que pegamos!), los ataques del remate final fueron: compararla a Agatha Christie en el mejor de los casos, y a Mercedes Salisachs, en el peor. Y no sólo la pobre de la Fitzgerald recibió, más ataques hubo (y estos por unanimidad) contra Angela Merkel... cuando la conversación se fue por otros derroteros: de la nefasta reforma laboral del PP a los jubilados alemanes que veranean en Benidorm.

No sabemos la opinión de B. Powerful sobre La librería, ni sobre los otros temas, pero que no se quede sin derecho a repulsa: manifiéstese si usted quiere en éste nuestro blog. Aquí, o todos moros o todos cristalinos! Eso sí, por no venir, le pasó la tanda para escoger nueva lectura. Se siente. El turno le correspondió a Julián, que después de un amago por un Julio Verne (entre la propuesta del Verne y los gritos que soltamos sobre la dueña del bar: ¡NO SERÁ ALEMANA!, Insonrible casi se hace el harakiri con el vaso del chupito), o algo de Philip K. Dick... sin dejar de lado su gusto por el espacio sideral, se decantó finalmente por un clásico moderno: Crónicas marcianas de Ray Bradbury.

Aprovechamos para mandar un fuerte beso a nuestra sartencita La Abutrí de Getafe y su blog de crónicas terrestres.

2 comentarios:

littleEmily dijo...

Me reservo a Steinbeck como amenaza :)

Toronto dijo...

"La mala uva de la ira" sería un título perfecto, como amenaza, digo.