miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sartén indoor


Fin de semana de sartén pasada por agua. La borrasca cruzó las galaxias y llegó también a Trafalmadore, con lluvia abundante y fuertes rachas de viento, con lo cual no apetecía mucho salir a pasear por los campos magnéticos del planeta... Encerrados en casa, fue La Sartén Littéraire más indoor, sin traicionar nada del espíritu romántico decimonónico de algunas sartencitas, más dispuestas a encontrar su Heathcliff en las páginas de un libro al calor de las mantas y mitones (que ellas mismas tricotan sin cesar) que corriendo enloquecidas en katiuskas y pisamierdas por las cumbres una tarde de tormenta. Acudieron a la cita: Samedimanche, LittleEmily, Kira (con Milo, su perrito, que des de ya es la nueva mascota oficial de La Sartén. ¡Es tan bueno!), Insonrible y Toronto, anfitrión alienígena para la ocasión. Cinco sartencitos (sin contar a Milo), cinco que se desprendieron de la cadena del tiempo de las rutinas diarias para charlar tranquilamente sobre Matadero cinco (¡5!, gritaría el Conde Draco) de Kurt Vonnegut.


Directamente desde Trafalmadore, Kate Bush nos canta (... y baila?) Cumbres Borrascosas...


Vonnegut, Kurt.
Matadero Cinco, o, La Cruzada de los niños.
Traducción de Margarita García de Miró.
Barcelona: Anagrama, 2007.
(Contraseñas ; 93),
188 p.
ISBN: 978-84-339-1293-0.
7,21€

A falta de la opinión de los que no pudieron venir (saben que tienen este blog a su disposición), diremos que Matadero cinco gustó por mayoría de los allí presentes. La voz más disidente fue la de Insonrible, quien encontró cansina la ida de olla de las aventuras de Billy Pilgrim (por otra parte, un personaje arquetípico de su época, aquellos años sesenta-setenta entre el Pace and Love (en especial contra la Guerra del Vietnam) y fugas marcianas a partes iguales. Demasiadas anécdotas juntas sin un hilo narrativo compacto que hacen que uno se pierda con facilidad, recurriendo en exceso a citas de otros para poner un poco de orden entre tanta acumulación de microdatos. Como leyó Insonrible en alguna parte : “[Vonnegut] Intentó escribir algo trascendente sobre su experiencia en el bombardeo de Dresde. Pero no pudo”. Y no nos extraña, tal experiencia (recordemos que es una novela muy autobiográfica) debió ser tan horrible como traumática y difícil de rememorar durante el resto de su vida. Pero al resto de sartencitos no les pareció tan agotadora la lectura, e incluso se perdieron a gusto entre los saltos en el tiempo y abducciones extraterrestres propias del personal estilo esquizofrénico del que se nombró representante el mismo autor.

Fue general apreciar el gran sentido del humor de Vonnegut, ese Gallows humor (“humor del patíbulo” según traducción extraída de Strange Library, el blog de un señor de Córdoba que dedicó un par de entradas excelentes a Kurt Vonnegut y que por indicación de Samedimanche leímos y ahora repescamos aquí)... que te deja la sonrisa congelada en muchas ocasiones, como tras leer aquel así fue (del original inglés So it goes, peor traducido nos pareció el què hi farem de la versión catalana). La coletilla que, como un mantra siniestro (por cierto, el mantra de La Sartén ya es monja-jamón...), se repite tras cada muerte... Mucha muerte, no las contamos, pero son muchas, miles... Recordamos haber leído en Internet que el bombardeo de Dresde fue el más devastador de la II Guerra Mundial, con un número de víctimas muy por encima de Hiroshima y del Holocausto, y aunque siempre se mantuvo cierto silencio al respecto, hace poco se han editado algunos libros más sobre él.

¡Concurso de cubiertas!

Entre las versiones impresas tradicionales de las traducciones al catalán y al castellano, pasando por la versión electrónica del e-book de Samedimanche... ganó la de Anagrama.

Un breve inciso para hablar de la parte culinaria. Noche norteamericana con pizza y hot dogs, pero sin olvidar (de hecho, fueron los que más triunfaron) los sabores extraterrestres sin salir de la Tierra (¡hay otros mundos, pero están en este!), en forma de deliciosa tortilla de patata, jamón y pan de leña con tomate. Para el día después, la consigna fue comida alemana... y llegó a base de contundentes albóndigas a la germana! Pero otra vez volviendo a lo nuestro (¡Lo nuestro, arriba el jaroteo! que diría Justo Molinero), desde México con el autentico guacamole de Kira, y desde Trafalmadore con unos calabacines rellenos de verdura, horneados con bechamel y queso gratinado. De postre, tarta casera de melocotón acompañada de helado de vainilla. Para beber, rico vino blanco de malvasía del Garraf, vino dulce de garnacha del Empordà y el café... de Costa Rica! Toronto hizo llegar las felicitaciones a su alienígena madre, fue ella quien esta vez cocinó para La Sartén.

¡Concurso marciano!

El homenaje de Irving en Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra a su buen amigo Vonnegut consistió en incluir la fotografía pornográfica de una mujer y un pony que aparece en Matadero cinco. Kira fue la única acertante del concurso y por tanto la merecedora ganadora de un precioso, y algo extraterrestre ¡MI PEQUEÑO PONY!

Regresamos a los mundos de Pilgrim, un personaje que nos pareció de un carácter muy similar al de Forrest Gump (que según LittleEmily, en la novela original de Winston Groom (de 1986, por tanto posterior a Matadero cinco, publicada en 1969), que no en la adaptación de Robert Zemekis, también incluye un viaje al espacio sideral). Como Forrest, siempre optimista en su ingenuidad, sólo a Toronto le pareció que los viajes a Trafalmadore de Pilgrim fuesen producto de una depresión y una esquizofrenía galopante, el resto de sartencitos viajaron de veras con él. También recordó a un personaje propio de Samuel Beckett, sobre todo cuando en Dresde va ataviado con ese abrigo raído y las botas plateadas, como un clown marciano en medio del absurdo de la guerra. Sin duda, ésta es una gran novela pacifista.

Kira y Samedimanche rememoraron pasajes de los que calan hondo: describir el carácter de un país por el aspecto de los uniformes de sus soldados, el momento morir y no morir, la película de Dresde invertida, el nuevo Evangelio del espacio (aquí Samedimanche estableció conexión (ti-tu-ti-tu-tí...) con J.J. Benítez y su Caballo de Troya), la camaradería infantil (los soldados de su quinta eran unos críos) de los Tres Mosqueteros, con la posibilidad de escribir la historia a base de elementos de su alrededor (a la manera de Sospechosos Habituales... ojo al dato de Kira: en los USA las chocolatinas 3 Musketeers son muy populares), el insistente “Yo estuve allí...” en el hospital, su relación con Kilgore Trout, la relación con su esposa Valencia, el amor incondicional de su perro, el zoo en Trafalmadore... y muchos más momentos que se perdieron en los anillos del tiempo, pero, más o menos, así fue, què hi farem...



Para la próxima sartén, LittleEmily, después de un amago de escoger un Steinbeck, se decantó finalmente por La librería de Penelope Fitzgerald. Será para principios de enero, entorno a Reyes, y la lectura irá acompañada de una segunda edición de nuestros cuentos de navidad, así que ya saben: anímense a escribir algo para la ocasión y monja-jamón!

5 comentarios:

Insonrible dijo...

Gracias por la "crónica monja-jamón". Se puede captar el ambite creado, tanto por la concentración de literatura como por los momentos Centro Cívico "punto a la derecha, punto del revés". Milo tuvo sus Pic-nics a los dos segundos de llegar, pero se lo merece por bueno.
Respecto a mí, el libro me gustó y lo disfruté. Pero sí que a momentos me cansaba tanta "ida de olla". Es lo que tiene ser hiperrealista.
En fin, un fin de semana "in the country" que me encantó. Esas cumbres borrascosas fueron geniales.

Toronto dijo...

Ja,ja,ja!!! Lo de centro cívico La Sartén habrá que registrarlo!
A ver si hay próxima vez en el pueblo y esa vez que el tiempo acompañe! Estoy contento que lo pasaran bien, yo también, por supuesto!

Samedimanche dijo...

Gracias por la crónica ( magnífica) y por la hospitalidad. Un fin de semana marciano, monjil y cívico.

Julián Rodríguez dijo...

Bueno, bueno, bueno...huelga decir que yo soy fan fatal del libro y ni un pero le pongo. Algo esquizo, quizás, pero sin llegar a ser un P.K.D.... Adivinen a qué autor también norteamericano me refiero y les regalaré un unicornio de papel.
¡Lástima de perderme la sartén más marciana con lo marciano que soy yo! Pero yo también tuve una semana de lo más extraterrestre entre las catas de cafés con marujas ilustradas y las lluvias desatadas en Barcelona.

Closeau dijo...

Lo que más lamento es no haber estado para conseguir el pony...